Creo que el trabajo entre libros
a veces requiere de un cuerpo ágil y de intelecto móvil para su expansión y
brazos largos, los simios en verdad serían más eficientes si fueran empleados
para estas funciones, o creo eso desde los últimos meses en que sigo leyendo
sobre el sistema bibliotecario de la Universidad Invisible de Ankh-Morpork.
Diversos teóricos destacados del
tema como Eskarina Smith, así como investigadores recientes como Ponder
Stibbons han hecho grandes aportes a la comunidad misma y sin embargo de un modo u otro siguen referencias
de las largas listas de registros bibliográficos, lo cual habla de esta labor
investigativa.
Hay que considerar, además, que
el trabajo académico es toda una hazaña, no solamente el consumir gran cantidad
de textos y que la demencia tenga que tomar una silla a un lado tuyo para
charlar amenamente cada vez que el libro acaba, sino que también el tener que
hablar frente a una cantidad
considerable de entes de dudosa especie y convencerles de que las expresiones
gráficas de Magrathea, así como su desarrollo vitalista basado en el
conocimiento son solo alegorías estéticas.
Pasando a un tema semejante y
paralelo, que al mismo tiempo cae en vertiginosa perpendicular, la galería de
desarrollo de infraestructura subterránea de Moria aún sigue en trabajo de
remodelación debido a la gran cantidad de criaturas indeseables que rivalizan
en cantidad con toneladas de polvo y telarañas acumulados al paso del tiempo,
puede ser que se requieran mayores esfuerzos para poder hacer algún avance
significativo antes del aniversario del gran apagón del Balrog.
Sinceramente no me gustaría estar
trabajando ahí, ya es mucho decir que trabajo en libros viejos y antigüedades
el tiempo necesario como para extrañar la máscara anti polvo y algunos de los
amuletos más necesarios para tratar con semejante cantidad de arcanos.
Me recuerda a aquel día en que me encontraba
haciendo un catálogo variado de arcanos entre los clásicos Litteris infernali, Ossa antrum et
daemonum, el casi siempre espeluznante Quid inveni sub
lecto uno die pythonissam calvus y el excesivo pero al mismo tiempo inaccesible Quae ad pacem nolo nocte in carrariam. Cómo olvidar las cuadras de persecución de un
demoníaco Gallico Canis Infernale
y la impactante escena en que confundió a un taquero con un hueso viejo para
roer.
Claro, desde ese
entonces me encuentro algo más preparado para cualquier intrusión de alguna
dimensión desconocida (con un anti transdimensional portátil), o en atención
constante para cualquier cosa más allá del tiempo (no dejo el reloj en ningún
momento, más que para dormir, pero solo es cuestión de no ponerme a buscar llaves de plata mientras estoy soñando).
Incluso he considerado en cargar con unos cuantos tubos vacios de pintura para
levantar colores que caigan del espacio y venderlos a buen precio, siempre y
cuando sea muy, muy lejos de donde me encuentre, no sea que la influencia de
los colores junto con el Octarino se vuelvan un vorágine de caos, de esas
clásicas que le gustan a todos, llenas de criaturas misteriosas, grandes
alborotos, iluminación diaria con influencia nocturna de oscuridad (ah esos
soles que dan luz negra como molan) que acabe en otra noche de zombies.
No hay problema, claro, con los
zombies, ya muchos a nivel sociedad hay como para angustiarse de otros que aún
no han decidido aparecer, sin embargo dejaré atados unos cuantos cordeles y
señalamientos en mi ejemplar importado de: “The Dark Forces: A Guide to Self-Protection”.
Hablando de quejas, tal vez destaque mencionar
que a la fecha no he hecho las paces con el francés, que aunque haya una que
otra rola aparentemente atractiva, sinceramente preferiría aprender a hablar
Wookie…
Regresando a un esquema más sencillo de
expresión, he de decir que los últimos días he tendido hacia ese retraimiento
que les da a las personas cuando se encuentran caminando lejos en ese desierto
atemporal de las ideas mientras que el transporte público avanza con hilarante
velocidad a través de los páramos urbanos.
Indudablemente es un momento de alta
influencia sobre la partícula creadora de ideas; innovaciones, formas de
encontrar atajos, o antojos y que se vuelve una migraña a largo plazo si no es
aspirinatizada dentro de algunas páginas de libreta, comentarios a la compañía
de a un lado (sea o no invisible, y considerando que la invisibilidad no resta
importancia o existencia al resto de personalidades, amigos imaginarios y
otros seres astrales) o plasmada de alguna manera en el inquietante pero
constante que hacer diario.
Volviendo a los túmulos de la
vida diaria, ayer cayó un meteorito en la ciudad, bueno, en un pedazo de la
ciudad, el restante es lo suficientemente grande como para seguir con la vida y
empezar a gozar algo de la expansión turística, que ahora incluye a una gran
cantidad de científicos, científicos locos y unos cuantos profetas de eso que
aparecen cada fin de semana firmando que algo le pasará al mundo o diciendo:
“se los advertimos”.
Como si no fuera suficiente
tragedia saber de la inminente fuente periodística de Lemony Snicket sobre el
acontecer de la vida ajena como para que ahora vengan profetas diciendo cada
barbaridad salida de un libro de rezos, hojitas de té, milenarias
transcripciones (con más tachones que exámenes académicos) o delirios subcuánticos
de dudosa fuente (muy probablemente atribuible a alguna omniconsciencia
esquizoide).
Creo que hubiera disfrutado más
con la tan ansiada inundación de la ciudad, pero albergaré esperanza a la
temporada de lluvias, con suerte y el gran cráter pueda irse llenando poco a
poco hasta conformar algún lago pesquero, por el momento me conformaré con el
letrero en el camión que en lugar de decir Circuito (referido a que va por todo
el periférico de la ciudad) ahora dice: Semicircular y Cráter.
Bien, va siendo tiempo de que
vuelva al trabajo, ya me he robado este rato para redactar solo un poco de lo
que fueron los últimos días, y admito que ya creía que iba a desvariar un poco, pero creo que he aclarado con dinamismo y
realismo y de forma breve una ausencia que ni tan ausente, pero si
presencialmente ausente, no ha perdido de su presencia más que la redacción que
hago aquí presente.
Así pues, vuelvo a tomar la
espada, los amuletos y talismanes, empaco todo en la mochila, me pongo el
sombrero brujo y el parche en el ojo mientras hago un poco de tiempo a que se
abra el portal (esos agujeros de gusano que se vuelven toda una sensación a la
hora de atravesar distancias largas).
Aquí mas sobre otros brujos y demás:
Jajajaja interesante semanita he!!
ResponderEliminarSaludotes corazon!!!
Atte: Un hadita...