domingo, 20 de mayo de 2012

Un reino que no existe


Un reino que no existe, una princesa lo gobierna.

Destellando a lo lejos, vienen  las memorias de algún viajero que ha atravesado los mares estelares. 

Desde las nebulosas hasta Sirius, dio vuelta en “u” cuando pasó por Alfa Centauri y dio vuelta nuevamente para alejarse de la vía láctea.

El viajero escribió un libro y lo dejó atrás, olvidado en alguna biblioteca en las afueras de Marte. Lo encontró mi abuelo y lo trajo a casa creyendo que  algún día podría descifrar sus inescrutables secretos, pero la abuela lo tomó y lo dejó acomodado en el desván para limpiar la casa.

Pasaron los años hasta que, buscando un diccionario, encontré el libro del viajero más allá de la estratosfera. Creí escuchar un trueno al abrirlo y lo lleve a casa para conocerlo.

Tras constantes movimientos de rotación y traslación del planeta, fue creciendo mi imperioso deseo por comprender dicho ejemplar, pero las palabras se escondían, lejos de toda luz y explicación, logrando que por la desesperación, arrojara el volumen interestelar bajo la cama. 

Al anochecer, una luz ensordecedora me despertó y bajo la cama, el libro había cobrado vida y cantaba la historia del viajero.

“Es una idea fantástica, verte a través de ojos que no son míos, como los cuentos que se leen para niños, riendo tras la pintura, caminas entre sombras y te muestras a la luz con más de mil formas”. 

Cada noche volvía bajo la cama, y volvía a escuchar el canto del viajero envuelto en luces e imágenes.

“Nunca has existido, y sin embargo ahí estas, delirante entra en la mañana y la tarde, danzando en estelas del cosmos, ritmos de galaxias que se expanden en las mentes delirantes tras libros y estanterías”.

Pasaba las páginas mientras construía mi propia nave. Ahora que el mundo giraba tan rápido, podía viajar más allá de los cielos azules.

“Desde ahí suspiras, entre la onírica taciturna en formas de lunas y mostrándole con el brillo de los astros indómitos”.

Finalmente, el día que dejé a tras mi propio mundo con el libro en manos llegó.

Y dirigí mi nave hacia el cosmos.

Pregunté en Marte sobre el viajero y la editorial que haya creado el libro y me dieron la dirección del otro lado de la galaxia.

Puse dirección hacia las nebulosas y la bifurcación más allá de Alfa Centauri, seguí el cometa que transitaba en dirección a un si marchito y di vuelta en “u” para volverme hacia Sirius, el gigantesco.

Los vientos solares me llevaron en un sinfín de direcciones, me alejé de agujeros negros y súper novas, llevando mi embarcación más allá de las ruinas de planetas desérticos hasta que llegué al sitio.

El viajero lo cantaba:

“Entre las ruinas de un mundo hecho arena, la plegaria de los dragones y el canto de las sirenas”.

Frente a mí, un mundo que resplandecía, sus días eran brillantes y coloridos. Las noches eran sobrecogedoras, una neblina sulfuran te de colores lilas y verdosos se movía, brillante y con vida con el rostro oscuro de tan lejano planeta.

El libro no cantaba ahora, parecía estar expectante  a lo que ahí encontraría, y me acompaño mientras bajaba a la superficie del planeta, estuvo a mi lado al momento de poner un pie en el suelo del planeta desconocido  y parecía suspirar al llegar frente al primer gran fortaleza.

Alcé la mano para empujar el portón, y el libro cantó:

“Una ciudad sin polvo, resplandeciente como la plata y tan oscura como un bosque tenebroso”.

Y en su interior, los seres de otra época, viviendo lejos de toda civilización. Observando  través  de sus ojos llenos de curiosidad, me invitaron  pasar, a comer y beber, dormir y soñar, dejar pasar los eones de ida y en inversa en vórtices atemporales.

Miles de cuentos e ilusiones hechos una impresionantes ciudad-mundo que cubría cada bosque, puerto, playa. Fortaleza de sueños y resguardo de ilusiones.

Conocí al viajero (A) Ventura, y a su amada princesa (fanta) Sía, y ví el esplendor de su reino.

Cuanto veía y escuchaba, lo cantaba y lo acompañaba, dejando todo en el libro.

“Recuerdo la rima de las hadas, donde los seres del mar, trolls, lobos y mantícoras buscaban la luz de Tirrlian”.

Escribí mi último verso antes de arrojar el libro a la cabina de la nave y enviarla de vuelta, rumbo a Sirius, dejando a tras los planetas en ruinas, dando vuelta en “u” y pasando por Alfa Centauri. Tras las nebulosas y los viajes, llegaría hasta la biblioteca de Marte y se estrellaría cerca, con la esperanza de ser alzado nuevamente entre los estantes y darle nueva esperanza a aquel que entornara los ojos hacia su cubierta, que construyera su propia embarcación y viajara buscando.

“Y un mundo más allá de este cosmos se alza, donde aún reinan la Aventura y la Fantasía”


miércoles, 16 de mayo de 2012

Monstruos bajo la cama.




La redacción de un texto, muchas veces puede confundirse con el puro hecho de poner una idea, darle un aspecto revoltoso o mítico y hacerla pasar por un gran ejercicio de escritura, sin embargo es justo ahí donde el trabajo editorial comienza.

Pues no solo es que el texto esté puesto en tinta, son que debe cumplir con varias expectativas, tener un alto nivel de exigencia o calidad, así como finura o refinado en la propia manera en que es redactado.

Cuando el humano deja el texto recién escrito bajo su cama, muchas veces parece atraer a criaturitas curiosas que juguetean con las letras, tratan de darle luz y magia. El caso se ha dado entre pixies y hadas, que revolotean entre los renglones, juegan a tomar el té con los signos de puntuación  dejan marcas de sus pies y manos por todos lados.

Los segundos en llegar son los duendes, aún creen que cada texto que contengan las palabras: magia,  bosques, sueños o tesoroes, pueden forjar nuevamente calderos llenos de oro y riquezas, cuando en realidad llenan de mordidas las hojas y muchas veces las usan pare encender los altos hornos que tienen en sus casas. 

Quien hayan visto esto, sabe que su texto ha desaparecido y no lo encuentran por mucho que busque.

Pero el trabajo mágico, tenebroso o desconocido de una edición de textos, la hacen los monstruos.

Es en la madrugada cuando esos autores despiertan, siguen revolcándose en su cama o tan solo se quedan meditando viendo al vacío. La idea viene a su mente y registran todo esa desembocadura en tinta, notas al pie de las páginas del último libro leído, notas atrás, al reverso y anverso de la libreta, hojas o servilletas abandonadas a su suerte cuando por fin el arenero hace su trabajo y deja en amplios campos oníricos al autor.

El trabajo del monstruo comienza, devora las letras, muele los huesos de la estructura, la gramática se segrega a sí misma, todo es cuestión de recrear el texto.

Los cuernos de algunos monstruos tienen la función de ser receptores (semejantes a las antenas), así pueden recibir parte de los pensamientos y emociones del escritor (al fin y al cabo, está dormido y no recuerda del todo lo que ha escrito ya).

Las letras muchas veces pueden causar indigestión, pero en realidad tiene que ver con el papel.

Tras la ingesta, los monstruos reescriben, copiando la letra, palabras y estilo del autor, crean con polillas inversas nuevas hojas de papel, o cartón o servilletas y reescriben de forma coordinada, ordenada y concreta las ideas del autor. Por muy estrafalaria que sea la idea, el cuerpo de monstro lo readapta y deja en perfecto estado para que el autor lo encuentre por la mañana.

Tras varias horas y cercano el amanecer, el monstruo vuelve a su dimensión bajo la cama, dejando el trabajo listo.

El pago, son solo pesadillas, libros, esas molestas suegras, los pares de calcetas, y sandalias nuevas… claro, solo comiendo una sandalia de cada par para evitar sospechas. Ocasionalmente se aceptan galletas junto con un vaso de leche.

Finalmente he de decir que si vuestra merced de redacción pide nuestros servicios, no dude en dejar sus notas, escritos, cartas de amor u homicidas, auditorias y desbarajustes bajo la cama. Por nada del mundo las deje bajo la almohada, cerca del closet ni mucho menos en el árbol de navidad.

Atte.

Colmillo de Marfil Torcido, Editor en jefe, cabecilla de los monstruos hueso largos y marfil azorado.


lunes, 7 de mayo de 2012

Tiempos Interesantes



Cuando no esperas esa nube que te dio resguardo del sol, esa coincidencia inesperada, ese recuerdo que no fue planeado.

Comida desconocida, platillos de un mundo ajeno.

Las expectativas, planes y predisposiciones se tornan un caos y lo que hace mejor el caos es dejar de lado al supuesto orden humano.

Los arboles crecen en los bosques de forma irregular, el rio se abre camino por donde pueda fluir, las rocas se erosionan y en las cuevas surgen estalactitas y estalagmitas.

La noción del control solamente se vuelve una broma en tiempos interesantes.

“Hay una maldición.
Dice:
Ojalá Vivas Tiempos Interesantes”

Terry Pratchett