Desde el alba al atardecer, a las altas horas de la noche y siempre en silenciosa casi eternidad. La cantera nos observa
Cientos de ojos en santos y demonios, esculturas ignoradas a la luz y burlonas en la oscuridad, todas elevadas al grado máximo de voyerismo y sumisión que la propia arquitectura les pudiera ofrecer.
Erigidas pues sus altas torres, que en cientos de pensamientos absorta esta la ciudad, escuchando y sintiendo cada paso de sus habitantes al recorrerla de uno a otro lugar.
Inmutable ante sus charlas, apacible y quieta, se queda ahí, mientras que todos seguimos en la ruta diaria ...la mirada de cantera ...
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