sábado, 6 de noviembre de 2010

Fetichismo literario


Cuando hablamos de un fetiche, hablamos de ese elemento simbólico y representativo que acompaña nuestra acción; ese detalle sin el que podría perder sentido y significado. Sin embargo, ¿cuando hemos pensado que algo tan cercano podría ser un fetiche, un objeto tan simple como un libro?

Creemos en nuestro ídolo y sentimos que le da razón de ser y cuando leemos… gozamos de la manera más íntima y total con nuestro fetiche. Cuando tomamos un libro, nos perdemos en sus páginas y es nuestro este objeto al que otorgamos la carga catéxica tan vital, nuestras emociones.

Pensarnos como fetichistas nos parece tan lejano; es esa idolatría a la que nos unimos al añorar la buena lectura con toda la compañía que esta nos otorga, el deseo del libro y sus páginas para nuestros anhelos y satisfacción.

Los adictos a las hojas empastadas, a los grandes volúmenes, tenemos este fetiche un tanto curioso y poco explorado del de los libros. Pensamos en el libro como el gran portal al mundo de la mente, el sueño literario.

Reímos con el libro, lloramos con él con cada vuelta de hoja; lo golpeamos con arrebatadora furia y odiamos a sus creadores. Abrazamos nuestros libros al dormir para soñar con nuestros héroes, amores, encantos y desencantos para a la mañana siguiente volver a ellos o guarecerlos en su sagrado recinto.

Y helos ahí, acumulados, en su rincón, en su repisa, escritorio y librero. Nos gusta tenerlos, acumularlos, como si así lográramos tenerlos, trofeos de nuestros ojos, propiedad de nuestras supuestas ideas, cascarones de nuestras inspiraciones mentales, pues todo gran lector, escritor analista científico y quien se digne de decir sí leo se vuelca a sus fetiches y adora a sus congéneres literarios.

Somos fetichistas los lectores, creemos en el papel y sus abrigos de tapa blanda o dura, sin importar si el mundo digital crece y amenaza con la existencia de nuestros fetiches y aún si así fuera, este mundo es tan solo otro templo de adoración.

Pensamos en ellos como nuestro símbolo del saber, nuestro objeto de conocimiento, la imagen de ellos en nuestra mente ala cual nos entregamos sin vacilar por un momento, ¿que tendría de malo, si es un libro, fuente de sabiduría?

Y en verdad, no podríamos hacer menos… un objeto tan común, simple, sencillo, pequeño, un medio tan accesible para adentrarnos a la mente de los escritores, darles rienda suelta en nuestra maquinaria mental, a nuestra capacidad creadora y permitirles construir en ella grandes sueños, fantasías, verdades y vida. ¿Cómo negárnosle al placer de pasar los ojos sobre las letras impresas? ¿Cómo negarse a la seducción de las palabras?

Imaginar la lectura sin libros parecería una locura, ¿Dónde quedaría ese objeto del que podemos adueñarnos para nuestro goce mental?

Finalmente hoy antes de dormir, los haremos de nuevo, veneraremos ese libro inconcluso con nostalgia, guiaremos nuestra mirada a nuestros amados ya leídos de principio al final, y sea cual sea la emoción, no le negaremos a nuestro fetiche algo de cariño y atención.

2 comentarios:

  1. Porque las historias atrapan, nos hacen soñar y querer entrar en ellas, porque las historias sin libros no serian historias, porque los libros si no fueran fetiches no los sentiriamos nuestros...

    Porque hoy soñare con una historia y me perdere en el inmenso mar de las paginas de la imaginacion de alguien mas, porque algun dia quiero perderme en la mia propia sin pensar en algo mas, porque aunque tiempo es lo que me falte, el hada quiere soñar mas...



    Muy lindas palabras lobito ^^

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  2. ahmmm iva a decir: hasta me dieron ganas de leer... cuando me di cuenta que estaba leyendo...

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